Sociedad General de Fabricantes de Mesas (SGFM)
Yo fabrico una mesa a Ramoncín, él va, me la paga y se la lleva a su casa. Un día invita a comer a sus amigos para hacerse una cena con jabugo, ostras, caviar de Beluga y otras delicatessen propias de un currante como él.
Pues bueno, ¿cómo es que sus amigos están comiendo en MI mesa, disfrutando de ella y no me están pagando? ¿Que ya la pagó en su momento Ramoncín y él hace lo que quiera con la mesa? ¡De eso nada!
Pues bueno, ¿cómo es que sus amigos están comiendo en MI mesa, disfrutando de ella y no me están pagando? ¿Que ya la pagó en su momento Ramoncín y él hace lo que quiera con la mesa? ¡De eso nada!
Yo se la vendí a él y no al gordo de Echanove que se está poniendo ciego comiendo en mi mesa. Así que cada vez que alguien coma en una mesa y no sea éste el que la compró me tiene que pagar.
Pero espera, no sólo eso, sino que el que saque beneficio económico de mi trabajo (la puta mesa), lo voy a sangrar. O sea, todos los restaurantes que me paguen 2.000 € al mes por usar mis mesas.
¿Pero por qué restaurantes solo?, todo el mundo usa mesas: las oficinas necesitan mesa para trabajar y ganan dinero por ello, los voy a sangrar a todos.
Pero claro, hay un problema: yo antes hacía mesas, pero hace años que no hago ni una y nadie usa una mesa mía. Pues no pasa nada, yo cobro por todas las mesas. Es más, por todo lo que tenga 4 patas y una tabla encima. Por si acaso, vete a saber si alguna de ellas es mía o de mis amigos de la Asociación.
Pero da igual si esas mesas son de Ikea, yo las cobro y luego digo que el dinero se lo lleva Ikea.
Este texto es un correo que he recibido esta mañana, una sátira de las desproporcionadas ideas de la SGAE, que quieren cobrar derechos hasta por silbar una canción por la calle. Esto es inadmisible. ¿Nadie es capaz de pararle los pies a esta gente?
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